sábado, 15 de diciembre de 2007

principios de la economia helenica clasica

¿Como se constituye de manera informal el principio de la filosofía económica en la etapa helénica clásica?

Para empezar debemos saber de que se trata la cultura helénica o en que consiste. Se denomina período helenístico (también llamado alejandrino) a una etapa histórica de la antigüedad, cuyos límites cronológicos vienen marcados por dos importantes acontecimientos políticos: la muerte de Alejandro Magno (323 adC) y el suicido de la última soberana helenística, Cleopatra VII de Egipto, y su amante Marco Antonio, tras su derrota en la batalla de Accio (30 adC). Es la herencia de la cultura helénica de la Grecia clásica que recibe el mundo griego a través la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de Alejandro Magno, y después de su muerte con los diadocos (διάδοχοι) o sucesores, los reyes de las tres grandes dinastías: Ptolemaica, Seléucida y Antigónida. Estos soberanos supieron conservar y alentar el espíritu griego tanto en las artes como en las ciencias. Entre la gente culta y de la aristocracia "lo griego" era lo importante y en este concepto educaban a sus hijos. El resto de la población de estos reinos tan dispares (Egipto, Siria, Macedonia) no entraba en el juego, no participaba del helenismo y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus religiones. Las ciudades-estado griegas (Atenas, Esparta, Tebas…) habían llegado al declive y habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de Alejandría, Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada que ver con las anteriores. En todas ellas se hablaba la lengua griega, llamada koinè (κoινης), que es un adverbio griego que significa común, comúnmente. Vale decir, la lengua común o panhelénica, principal vehículo de cultura. Suele ser considerado como un período de transición entre el declive de la época clásica griega y el ascenso del poder romano. Sin embargo, el esplendor de ciudades como Alejandría, Antioquía o Pérgamo, la importancia de los cambios económicos, el mestizaje cultural, y el papel dominante del idioma griego y su difusión, son factores que modificaron profundamente el Oriente Medio antiguo en esta etapa. Esta herencia cultural será asimilada por el mundo romano, surgiendo así con la fusión de estas dos culturas lo que se conoce como cultura clásica, fundamento de la civilización occidental. El término helenístico fue utilizado por primera vez por el historiador alemán Johann Gustav Droysen en Geschichte des Hellenismus (1836 y 1843), a partir de un criterio lingüístico y cultural, es decir, la difusión de la cultura propia de las regiones en las que se hablaba el griego (λληνίζειν - hellênizein), o directamente relacionadas con la Hélade, a través del propio idioma, un fenómeno alentado por las clases gobernantes de origen heleno de aquellos territorios que nunca tuvieron relación directa con Grecia, como pudo ser el caso de Egipto, Bactriana o los territorios del Imperio Seléucida. Este proceso de helenización de los pueblos orientales, y la fusión o asimilación de rasgos culturales orientales y griegos, tuvo continuidad, como se ha mencionado, bajo el Imperio romano.Los trabajos arqueológicos e históricos recientes conducen a la revalorización de este período y, en particular, a dos aspectos característicos de la época: la importancia de los grandes reinos dirigidos por las dinastías de origen griego o macedónico (Lágidas, Seléucidas, Antigónidas, Atálidas, etc.), unida al cometido determinante de decenas de ciudades cuya importancia fue mayor de la idea comúnmente aceptada durante mucho tiempo.

En la actualidad, los habitantes de Grecia se denominan a sí mismos helenos (λληνες), aunque han empleado y han sido conocidos por diferentes nombres a lo largo de la historia. Prácticamente toda nueva etapa histórica vino acompañada por la adopción de un nuevo término, ya fuese éste completamente nuevo, remotamente antiguo, rescatado de la tradición o aportado por un pueblo extranjero. A modo de ejemplo, los soldados que cayeron en la batalla de las Termópilas lo hicieron bajo el nombre de helenos. Posteriormente, en la Judea helenística, la palabra heleno modificó su significado para denotar a alguien que había abrazado el modo de vida griego; así, los libros de los Macabeos aluden con este nombre a los judíos que habían adoptado la cultura griega. En las escrituras del Nuevo Testamento, heleno se usa también como un término representativo de todos los pueblos no judíos (Epístola a los Gálatas 3:28). A finales de la Edad Antigua, los griegos se denominaban a sí mismos romios, es decir, romanos; téngase presente que a partir del año 212 prácticamente todos los griegos eran ciudadanos romanos. Tras la conversión al cristianismo del Imperio Romano, heleno pasó a ser sinónimo de pagano. Por lo que respecta al nombre de "griegos", este término fue empleado por los europeos occidentales. La adopción del mismo se produjo a partir del contacto con los colonos de la Magna Grecia, que llegaron en el siglo VIII adC. Posiblemente estos primeros colonos eran descendientes de los dorios. En cuanto a los pueblos asiáticos, los persas y los turcos emplearon la palabra jonios, que se refiere a la región de la Grecia Antigua situada en la costa de Asia Menor. Curiosamente, en georgiano se utiliza un gentilicio único para los griegos: ბერძენი, "berdzeni". Esta denominación deriva de la voz georgiana para sabio, lo que se considera una alusión al hecho de que la Filosofía nació en Grecia.

Heleno pasó a significar "pagano" en los comienzos del Cristianismo y mantuvo ese significado hasta el fin del milenio, periodo durante el cual la primitiva iglesia cristiana se preocupó de acelerar este cambio de significado. Se cree que el contacto con judíos cristianos provocó que algunos cristianos empleasen el término heleno con un sentido de diferenciación religiosa. Los judíos, al igual que los griegos, se diferenciaban en su idioma de los extranjeros; sin embargo, lo hacían de acuerdo con motivos religiosos en vez de con estándares culturales. Así pues, los primeros cristianos adoptaron el término heleno como modo de diferenciación religiosa, provocando que el uso de la palabra como atributo cultural se fuese extinguiendo en beneficio del nuevo significado. Finalmente, los cristianos acabaron aludiendo a todos los paganos con este nombre.

San Pablo aparece usando heleno en los Hechos de los Apóstoles. Lo hace casi siempre en asociación con hebreo, posiblemente con la intención de sumar esas dos comunidades. Heleno se emplea por primera vez con un sentido religioso en el Nuevo Testamento. En el Evangelio según San Marcos, una mujer llega ante Jesús arrodillándose ante él: "Esta mujer era helena, siriofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsase de su hija al demonio" . Ya que la nacionalidad o etnia de la mujer era siriofenicia, "heleno" (traducido como "griego" en algunas versiones, como en la Reina-Valera o en la Biblia del Rey Jaime, y como "pagano" en otras ,como las de Ulfilas o Wyclif) debe referirse a su religión. La evolución hacia un significado plenamente religioso fue lenta y se completó alrededor del siglo II o III. El estadista ateniense Arístides reconoció a los helenos como uno de los pueblos paganos más representativos, junto con los egipcios. Más adelante, Clemente de Alejandría informará acerca de un escritor cristiano desconocido que clasificó a todos los pueblos anteriores como helenos y habló de dos naciones viejas y una nueva: la nación cristiana.

Varios libros escritos en esta época muestran con claridad el cambio semántico. Quizá el primero en hacerlo fue Tatiano en su obra Apología a los Griegos, completada en el año 170, donde critica las creencias paganas a fin de defender las cristianas. La más importante de las obras posteriores es Contra los helenos, denominada originalmente Contra los paganos de acuerdo con los manuscritos más viejos. El título fue cambiado por otro escritor en un tiempo en el que heleno había perdido por completo su significados originales relativos a la etnia o a la cultura griega. En ese contexto, heleno significaba simplemente pagano en general, sin distinción de raza. Por otro lado, refiriéndose al fracaso del intento del emperador Juliano de restaurar el paganismo, el Papa Gregorio I escribió que: "la disputa se resolvió a favor de la cristiandad, mientras que la posición de los helenos quedó seriamente dañada". Medio siglo más tarde, se produjo una protesta de cristianos contra el patriarca de Alejandría, al que acusaron de ser un heleno.

El emperador romano Teodosio I tomó las primeras medidas legales contra el paganismo, pero fueron las reformas jurídicas del bizantino Justiniano I las que impulsaron la persecución del fenómeno a gran escala. El Corpus Juris Civilis contenía dos estatutos que decretaban la total destrucción del "helenismo", incluso en la vida civil, que se hicieron cumplir incluso a los hombres situados en altos puestos. La desaparición oficial del paganismo hizo que los no cristianos se convirtiesen en una amenaza pública, lo que contribuyó a que heleno perdiese todavía más su significado original. Paradógicamente, Triboniano, el jurista de Justiniano encargado del Corpus era, según la enciclopedia de la Suda, un heleno.

La acepción de pagano del término heleno ha conseguido pervivir hasta tiempos recientes. Ciertos grupos que apoyan la restauración del culto a los dioses olímpicos se autodenominan politeístas helénicos o helenistas. Fuera de Grecia, estos grupos se preocupan en afirmar que no se consideran griegos por el hecho de llamarse a sí mismos helenos.

En el siglo IX comenzó una recuperación de significados pasados del término heleno, una vez que el paganismo había sido eclipsado y no suponía una amenaza a la supremacía del cristianismo. La recuperación de estos antiguos significados siguió una evolución similar a la que se produjo en su pérdida. Recuérdese que el nombre se había originado con un sentido nacional en la Antigüedad, se había convertido en término cultural en el periodo helenístico y había terminado con un significado religioso en los comienzos del cristianismo. En cambio, con la desaparición del paganismo y el restablecimiento de la enseñanza en el Imperio Bizantino, la palabra recuperó en primer lugar su significado cultural. Finalmente, alrededor del siglo XII, retomó su sentido de "etnia griega", siendo sinónimo en ese momento de "romano".

Existen escritos del siglo XI en adelante que muestran esta restauración semántica de heleno, realizados por autores como Ana Comnena, Miguel Psellos, Juan III Vatatzés, Gemisto Pletón y otros. Por ejemplo, Comnena se refiere a sus contemporáneos como helenos, pero no usa la palabra como sinónimo de pagano. Es más, ella presume de su educación helénica clásica y de que habla como una nativa de griego, y no como una extranjera que ha aprendido el idioma.

La refundación de la Universidad de Constantinopla promovió el interés en la enseñanza, en particular de los estudios griegos. Así, el patriarca Focio afirmaba que "los estudios helénicos son preferidos sobre los de las obras espirituales". Miguel Psellos se tomó como un cumplido cuando el emperador Romano III lo alabó por haber sido educado "siguiendo el modo helénico" y calificó como debilidad del emperador Miguel IV el que éste estuviese desprovisto de una formación helénica. Por su parte, Anna Comnena afirmó que ella había "llevado su estudio del idioma helénico hasta el más alto nivel". Además, hablando acerca de un orfanato que su padre había fundado, afirma que "allí se podía ver a un niño latino siendo entrenado, a uno escita estudiando el idioma helénico, a uno romano manejando textos helénicos y a un heleno analfabeto hablando en idioma heleno correctamente".

A principios del siglo XIII, la Cuarta Cruzada, una expedición destinada inicialmente a la reconquista de Tierra Santa, acaba con el saqueo de Constantinopla por parte del ejército cruzado. Eustacio de Tesalónica se referirá a la caída de la ciudad denominando a los invasores con el nombre genérico de "latinos", en el que englobaba a todos los fieles de la Iglesia Católica Romana, y con el de "helenos" a la población dominante del Imperio . Este hecho provocó una nueva acentuación del nacionalismo griego. Nicetas Acominatos insiste en usar el nombre de helenos, enfatizando los ultrajes de los latinos a los helenos en el Peloponeso y comentando cómo el río Alfeios podría llevarles la noticia a los bárbaros de Sicilia.

El segundo emperador de Nicea (imperio en el que se habían reorganizado los restos del Imperio Bizantino), Juan III Ducas Vatatzés, le escribió una carta al papa Gregorio IX acerca de la sabiduría que "llueve sobre la nación helénica". Afirmaba que la transferencia de la autoridad imperial de Roma a Constantinopla había tenido un carácter nacional y no geográfico, por lo que no pertenecía ahora a los "latinos" que habían ocupado la ciudad. En cambio, según sostenía, el legado de Constantino había pasado a los helenos y sólo ellos eran sus herederos y sucesores. Su hijo, Teodoro II Láscaris, se ocupó de extender el nombre de helenos con auténtico fervor nacionalista. Así, afirmó que "la helénica destaca entre todas las demás lenguas" o que "toda clase de filosofía y forma de conocimiento es un descubrimiento de los helenos... ¿Qué tenéis que mostrar, vosotros, italianos?".

La evolución del nombre fue lenta y nunca acabó por reemplazar a "romano" por completo. De este modo, Nicéforo Grégoras denominó a su trabajo histórico Historia Romana. Por su parte, el emperador Juan VI Cantacuzeno, un gran partidario de la educación griega, en sus propias memorias siempre se menciona a los bizantinos con el nombre de romanos. No obstante, en una carta enviada por el sultán de Egipto, Naser Hasan Ben Mohamed, éste alude al emperador por el nombre de "Emperador de los helenos, búlgaros, sasánidas, rumanos, rusos, alanos", pero no de los "romanos". Ya en los últimos años del Imperio, Gemisto Pletón le señaló a Constantino XI que los hombres que dirigía eran "helenos, tal y como su raza, lenguaje y educación testifica" , mientras que Laónico Calcocondilas era partidario de sustituir completamente la terminología romana por la griega . El propio Constantino terminó por proclamar a Constantinopla como "el refugio de los cristianos, esperanza y deleite de todos los helenos". El mismo emperador, en su último discurso antes de la desaparición del Imperio, llamó a su audiencia a concentrarse en las defensas refiriéndose a ellos como los "descendientes de los helenos y los romanos", en un intento de combinar el sentimiento nacional con la tradición romana del Imperio Bizantino, ambos respetados por los sujetos presentes.

Esta síntesis recoge los más valiosos aportes que para la comprensión del pensamiento helénico han hecho la filología y la constante investigación histórica en torno a los griegos. Por ello, se recomienda como una excelente introducción al pensamiento filosófico griego, útil al que inicia su estudio, porque explica con desacostumbrada claridad los problemas fundamentales de su gnoseología, de su ética, de su metafísica, y al profesional, porque compendia y abarca el panorama de la realidad cultural.El pensamiento griego tiene un valor eterno no sólo porque es el punto de donde arrancan las más vigorosas corrientes de la filosofía occidental, sino por la importancia que por sí mismas tienen todavía muchas de las soluciones que dio a los problemas esenciales del pensamiento abstracto. De ahí la necesidad de tener una visión clara y comprensiva del pensamiento griego en su expresión originaria, libre de las deformaciones con que a menudo ha sido presentado. Y de ahí también que el trato con los filósofos griegos sea la mejor iniciación a la filosofía.

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